‘Érase una vez en Hollywood': la historia de unas expectativas
- Magical Matilda
- 30 ago 2019
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 30 ago 2019
La nueva película de Tarantino emociona a la crítica y sorprende a los espectadores

Érase una vez en Hollywood es la película que no esperábamos de Tarantino. Una película de nicho en la que las referencias cinematográficas se suceden, la historia se confunde con la ficción y se da rienda suelta al metacine. Se acabaron las escenas de acción en cada acto.
Tarantino sabía que podía hacer lo que quisiera con su novena película porque su fama le precede y le hemos dado la razón: ‘Érase una vez en Hollywood’ ya lleva 240 millones de dólares acumulados y se sitúa, de momento, como su tercera película más taquillera. La crítica se ha vuelto loca de contento con esta cinta y Álex de la Iglesia salió del cine estupefacto, maravillado, fascinado, casi le da un ictus de la felicidad o, al menos, así lo expresaba en su Twitter:

Pero, ¿es realmente una gran película? Estamos ante un filme de tres horas en el que las vidas de los personajes principales siguen un curso más o menos lineal donde sucede poco o nada. Rick Dalton (Leonardo Di Caprio) es un actor que se esfuerza en revitalizar su carrera tras formar parte de una exitosa serie de televisión, Cliff Booth (Brad Pitt) es el doble de Dalton, su amigo y chófer y Sharon Tate (Margot Robbie) es una actriz embarazada, esposa de Roman Polanski y vecina de Dalton. El primero intenta con todas sus fuerzas interpretar papeles que le den fama; el segundo es un hombre solitario que se mantiene fiel a su amigo Dalton; y la tercera permanece embarazada, sonríe y va una vez al cine.
Como podemos ver la película tiene poca acción; no porque no se líen a tiros cada dos segundos, sino porque literalmente no hay un conflicto concreto al que se enfrenten los personajes. Rick Dalton es una caricatura del actor de Hollywood, un hombre rico que quiere acaparar fama, y el espectador no aprecia una notable diferencia entre el Dalton del minuto uno y el Dalton al cabo de dos horas. Del mismo modo sucede con el personaje de Booth y el de Tate. Seguimos el curso de sus vidas como si de un documental se tratara sin que lleguemos a empatizar con ninguno de ellos.
Es una película ambiciosa que nos muestra el Hollywood de los sesenta: los egos de la meca del cine, las películas western, la mansión Playboy, un joven Bruce Lee antes de saltar a la fama, el rancho de la familia Manson… Caben resaltar las actuaciones de Leonardo Di Caprio y Brad Pitt, la banda sonora, unos bellísimos decorados y las referencias… para quien las entienda.
El problema lo plantea la expectativa de que va a suceder algo en cualquier momento y que solo se materializa en los últimos minutos del filme. Un final apoteósico, cargado de adrenalina, en el que el espectador ávido de sangre por fin encuentra su paz interior y se reconcilia con la marca Tarantino.
Pero no convirtamos a los espectadores en idiotas (ni siquiera a los se quedaron dormidos al cabo de hora y media): ellos saben que una película de Tarantino no es una película de Fast and Furious. Por mucho que estemos acostumbrados al Tarantino que construye potentes escenas gore cargadas de violencia, el director de Pulp Fiction no es solo eso. Es un justiciero, un redentor, además de un perfecto conocedor del cine precedente. La decepción no reside en la ignorancia, sino en la espera inútil a una evolución de los hechos o de los personajes.
El final nos devuelve la esperanza, ameniza la espera y nos catapulta al éxtasis tarantiniano. Un sucedáneo para que olvidemos las primeras dos horas y media de documental. No obstante, lo que quiere ser una introducción al argumento principal de la película, el asesinato de Sharon Tate, es un conjunto de hechos que no nos aporta ningún valor narrativo, salvo el de ver reflejado el pasado hollywoodiense.
En este final, Tarantino quiere volver al año 1969, quiere llevar al clan Manson hasta la casa de Dalton y que la justicia se sirva de las manos de un Cliff Booth drogado. Aquí volvemos al director justiciero, vemos el karma actuando con gozo sobre unos hippies descarrilados que planean el asesinato de inocentes. Se aprecia el tributo a sí mismo, a sus Malditos Bastardos y su más que usada, e inventada, marca de cigarros Red Apple en los créditos.
La verdad es que Érase una vez en Hollywood es una película hecha por y para Tarantino. ¿La mejor? Seguiremos esperando su Kill Bill 3.
Comentários